Deseo que te cures de lo que no le cuentas a nadie, de esos dolores que soportas en silencio,
de las lágrimas que corren por tu rostro antes de dormir.
Deseo que te sanes de tus miedos, temores e inseguridades. De las incertidumbres que la vida te puso un día y que afrontas cada día al levantarte de la cama y seguir adelante.
Deseo que sanes, de esas heridas, heridas y decepciones, que silenciaste, de las que nunca te quejaste, pero que aún sientes profundamente dentro de ti.
Deseo que te cures del pasado que aún te acompaña en las cicatrices emocionales que llevas sin quejarte.
Que sanes de las excusas que nunca te dieron,
del aprecio que no recibiste, del agradecimiento que no te dieron, del justo reconocimiento que no te ofrecieron, de todas las veces que mereciste recibir lo mejor y no te llegó.
Deseo que te cures de esos dolores que te tragaste, silenciaste, arrojaste dentro.
Deseo que te recuperes de todas las veces que dijiste que estabas “bien” cuando en realidad no estabas nada bien. De las veces que te tragaste el llanto, el enojo, la tristeza, la decepción y sonreíste, para que el mundo no viera tu dolor,
o para que tu sonrisa pudiera hacer feliz a alguien.
Deseo que te cures de los sacrificios que has tenido que hacer, de la indiferencia que has recibido, de las cargas que has soportado.
Que sanes de los momentos en los que te sentiste solo y creíste que nadie veía tus heridas ni reconocía tus acciones.
Créame, la vida ve, la vida corresponde, la vida sana. La sanación puede ser lenta, silenciosa, a veces difícil y no puede realizarse sola. ¡Pero sucede!
La sanación es un proceso.
Así como muchos te causan heridas
que soportas en silencio, otros ayudan a sanar las heridas sin que te des cuenta.
Deseo que te cures: de todo lo que dices, de todo lo que no dices y de todo!
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